¡Chipa, chipa, chipa! ¡Cocido, cocido, cocido! Pregona rítmicamente una pareja de mediana edad la posibilidad de desayunar en el colectivo que nos lleva a la ciudad de Villarrica, en el departamento de Guairá. Vamos hacia la cordillera del Ybytyruzú y desembocamos en el abigarrado microcosmos de esta terminal con un bullicio suplementario al de los viajeros y sus valijas, pues es un auténtico y vital mercado que protagonizan sus vendedores.
Hablan acá de una nueva terminal que se ubicará en las afueras o bien en el lugar en que está ahora. Sea como sea, espero que conserve este inconfundible sabor que la identifica como también identifica a la ciudad, entre otras cosas, el característico trotar del Carumbé. Ese chasquido de los cascos en el piso de las calles es muy especial.



















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